DISFUNCIONES FAMILIARES COMO CAUSA DE ADICCIONES
Sabemos, y lo hemos reflejado en columnas anteriores, la enfermedad drogadependencia, es multicausal, y nos llevaría ríos de tinta, explicar cada una de ellas. Hoy veremos una de las más importantes: las disfunciones familiares.
Distintos autores han referido que “el adicto es el miembro de la familia que lleva la voz cantante y exponente, a través de su adicción, de una familia enferma”, y la realidad nos demuestra que esa expresión no está lejos de la verdad.
Es importante que se analicen los antecedentes familiares relacionados con las adicciones, el más común de ellos es el alcoholismo, el tabaco y los psicofármacos, y también encontramos conductas afines a la temática, como por ejemplo: hábito de mirar TV por muchas horas por día, juegos de apuestas, y dedicación abusiva y evasiva al trabajo.
Otra característica esencial de los adictos es que los conflictos familiares no los llevan a encerrarse dentro de la casa, sino que los mueven a refugiarse en fuertes relaciones extrafamiliares y cuando tienen que enfrentar esas crisis familiares, se van. Ésta huida generalmente se da hacia vínculos con grupos o subgrupos rechazados por sus padres, que con el paso del tiempo, se van sintiendo más identificados con ellos que con su propia familia.
En nuestra práctica profesional, una cantidad importante de pacientes, son hijos de papás abandónicos, que jamás cumplieron ni siquiera con la cuota alimentaria, no obstante muchos de los pacientes, muestran deseos intensos de recomponer o iniciar su relación con esos padres, seguramente buscando una imagen masculina (por años idealizada), que marque la ley, los límites, es decir el camino por donde transitar. En otros la reacción es de un rechazo inmenso, y no quieren ni escuchar el nombre. En ambos casos es palpable el daño psicológico planteado.
La sobreprotección materna, es perjudicial en el desarrollo de una salud mental equilibrada para el hijo. Llegada la adolescencia y no pudiendo resolver su individuación, el chico/a, opta por el consumo de sustancias, sustituyendo su relación patológica, por no lograr la exogamia normal de su propia madre, es decir, ser un individuo que pueda tomar decisiones por sí mismo, que beneficien su propio proceso de ser una persona independiente y de bien. Desde luego, que el otro extremo de comportamiento, que sería una crianza abandónica, tampoco beneficiará a su hijo.
La violencia familiar constante y contínua, suele ser otro factor desequilibrante en el desarrollo mental del hijo, las desvalorizaciones contínuas de los padres hacia ellos (que suelen venir producto de la misma violencia verbal), “en qué maldita hora naciste” o “sos un inútil”, o “no podés hacer nada bien”, son huellas muy difíciles de borrar de la mente del joven.
Podríamos seguir describiendo escenarios muy comunes, que dañan las relaciones interpersonales en la familia, pero creo que es hora que miremos por donde podemos encontrar la salida, si en nuestra familia, están sucediendo algunas de las cosas planteadas arriba.
Es importante que cada miembro asuma el rol que le corresponde, si no puede hacerlo, porque no sabe cómo, es el tiempo para visitar un psicólogo que ayude, le acompañe a descubrir todas las capacidades que tiene y como implementarlas.
Los padres organizando sus tiempos, para compartir la mesa con sus hijos, determinando días y horarios para conversar a solas con cada uno, y saber qué cosa les está pasando. La comunicación es esencial en éste tiempo, poder ayudar a los hijos en la resolución de sus conflictos, antes que alguien de afuera lo haga, es una muy buena medida.
Si las discusiones cada vez son más intensas en la pareja, es tiempo también de buscar una ayuda profesional, aprendiendo técnicas de comunicación eficaz, el manejo de los impulsos, y la construcción de un hogar fuerte.
Nada es poco, cuando se trata de los hijos o seres queridos de nuestra familia, sé está a tiempo, lo podemos hacer como prevención de adicciones, pero más que eso, como proyecto de familia saludable y feliz.
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